martes, 16 de diciembre de 2008

Mi leyenda...

Mi Leyenda…
Año 1437, las leyendas de Vlad “el empalador” recorre toda Castilla y a nadie le gusta la gente rara. Me llamo Dante Divanto y soy Italiano, provengo de una familia de mercaderes y me hallo en Castilla por motivos meramentes políticos. Voy a ser casado contra voluntad, como manda la tradición, es algo totalmente odioso… pero será por unir dos familias en guerra constante…
La historia que os dejo aquí escrita es mi único legado… lo ultimo que quedara de mi…

Nací, crecí, y huí en Italia. Mas concretamente en Venecia y esta carta contara mis realidades… en esta carta no me presento como Dante Divanto sino como Argus… “El coleccionista de ojos”. Toda mi historia empieza, como casi todas, por un amor desdichado, nunca encontrado o simplemente jamás correspondido… ella era Elisabetta. Una joven de familia rica, niña engreída y mal criada, pero, sus ojos eran grises… sus ojos eran algo en lo que perderse, podias mirar durante horas y no darte cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo. Mis padres, comerciantes locales, en expansión a otros lugares del mundo, tuvieron que tener tratos, con la familia de Elisabeltta. Pasábamos muchas horas juntos y como es normal, nos enamoramos. Pasaron las horas, los días, los meses y lo mantuvimos en secreto, era como fuego devorador el no poder gritar que la amaba y tenerlo que sufrir en silencio, aun así la amaba con toda locura.
Su padre al enterarse de que su hija salía con un hijo de comerciante, poca cosa para alguien como ella, dio orden de encerrar a su hija en un convento. A los pocos días, la noticia de la muerte de Elisabetta llegó a todo el pueblo. Las gentes de la zona, llevaron rosas rojas y lirios, las flores favoritas de su hija. Yo estuve hasta que aguanto mi cuerpo junto a su panteón. Tal era la locura de mi amor, que pensé en quitarme la vida… pero se quedó en un pensamiento… otras ideas rondaban mi mente….

En una noche, lluviosa, en las que el alma te roza los pies, decidí empezar mi horrible pero gratificante tarea… Aun recuerdo como fue…
Salí de mi casa a pocos metros del cementerio. Me adentré en el y bese la tumba de Elisabetta. Salí del cementerio y me encamine a casa del padre de ella (La madre de ella, falleció al darle a luz) Salté la pequeña verja del jardín y forcé la cerradura con una facilidad asombrosa, entre en la casa, recorrí un pequeño pasillo y vi el salón. Un gran salón, tenia grandes estanterías repleta de libros y las paredes con algunos cuadros de la mujer de aquel pobre diablo. Se encontraba degustando una copa de un licor que no llegue a ver, estaba sentado delante la chimenea sollozando por la muerte reciente de su hija. Al verlo llorar, el corazón me latió mas deprisa, sabia que pronto su vida acabaría… había visto a su padre un par de veces y siempre me sorprendía que Elisabetta sacara los ojos de su padre, eran exactamente los mismos…
Saqué de mi cinturón un pequeño cuchillo y lo cogí con el filo mirando hacia atrás. Dando pasos de felino me acerqué a su oído y le susurre….
-Tu… tu me la quitaste…-Mis palabras susurradas parecían dichas por una serpiente- Ahora… te quito a ti tu bien mas preciado…
Dicho esto, clave mi cuchillo una, dos , tres así hasta cuatro veces en su costado.
Lo dejé desangrándose mientras salí al jardín, cogí una rosa y un lirio y volví a la casa. Al entrar, El ya estaba muerto. Saqué el cuchillo y… ahí empezó mi obsesión. Sentí una euforia como nunca, sentía una risa incontenida y… le arranqué los ojos… en las cuencas aun sangrantes le deposite los petalos de rosa y de lirio…

No fue la ultima vez que asesine a una persona… en toda Italia obtuve renombre… como “El coleccionista de ojos” en otros como “El asesino del lirio y la rosa”. Marché de Italia junto a mis padres y ellos me han puesto en manos de una familia rica de Castilla…
Hasta ahora… en una pequeña habitación me dispongo a perder la vida de la forma mas deshonrosa que hay… el suicidio… escribiré mis ultimas palabras mientras la sangre mancha el papel…mi fin… me espera…y veo sus ojos…elibett……

No hay comentarios:

Publicar un comentario